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Una sola decisión que podría cambiarlo todo. Una reflexión sobre cómo una sola decisión puede transformar nuestras relaciones y ayudarnos a vivir desde el respeto y la paz interior.



Imagina una sola decisión que pueda ahorrarte problemas, disgustos y ese peso de emociones negativas que se acumula. Algo tan simple, pero tan poderoso, que transforma la forma en la que experimentamos nuestras relaciones. Porque, al final, lo que realmente nos afecta no es lo que la otra persona dice o hace, sino el significado que le damos. Es la carga que añadimos cuando tomamos las cosas personales.

Cada vez que me tomo algo personal, entro en un estado que no quiero para mí. En lugar de sentirme feliz, me siento miserable. En lugar de seguridad y amor, siento inseguridad y abandono. Mis pensamientos me llevan a dudar de mi valor, a sentir que no merezco, y eso duele. Me duele y afecta la manera en la que me relaciono, especialmente con las personas que más amo.

Sé que la solución es simple. No fácil, pero simple: no tomarme nada personal. Sin embargo, hasta ahora me ha sido complicado. Me descubro una y otra vez cayendo en los mismos patrones, reaccionando en automático. Digo que será la última vez que me lo tome así, pero nunca es la última. Y honestamente, ya estoy cansada de este ciclo, de desgastarme y desgastar la relación por no saber soltar.


Entonces, ¿qué es lo que realmente necesito hacer? Necesito recordar que cuando no me tomo las cosas de manera personal, estoy eligiendo una postura de respeto, tanto hacia mí misma como hacia el otro. Respeto por mi propia paz interior, porque no quiero dejarme arrastrar por emociones reactivas que terminan haciendo daño. Y respeto hacia la otra persona, al aceptar que su forma de actuar es solo un reflejo de su propio mundo interno y no un ataque hacia mí. Si quiero construir una relación sólida y amorosa, tengo que cuidar este respeto mutuo, practicando la aceptación del otro tal como es, sin querer que encaje en una idea de lo que “debería ser” para mí.


¿Por qué es que, con las personas más cercanas, queremos cambiarlas, hacerlas encajar en nuestras expectativas? Mientras que, con aquellos que no nos importan tanto, solemos aceptar sus defectos, sus tonos, sus humores, sin mucho conflicto. Con los extraños, nos es más fácil decir "así es esa persona". Pero con quienes amamos, esperamos que cambien, que nos hablen de cierta forma, que encajen en nuestra idea de “cómo debería ser” una relación. Y ahí, justamente, es donde nos enredamos en la trampa de lo personal.

Entonces, si lo que quiero hacer es dejar de tomarme las cosas personales, necesito estar consciente de dos cosas: la primera, que cuando decido no tomarnos algo personal, estoy eligiendo una postura de respeto hacia mi misma, evitando reaccionar desde mis herida o impulsos y manteniendo mi paz interior. Estoy eligiendo respetarme a mi. Y la segunda, recordar que amar realmente a alguien implica soltar ese deseo de cambiarlo, que a su vez implica respetar su proceso, reconociendo que sus palabras, tonos y actitudes son un reflejo de sus heridas y sus impulsos y no tienen que ver conmigo. Recordar y reafirmar que elijo amar a esa persona, con esas heridas, esos impulos, y todas sus imperfecciones. Cuando hay aceptación absoluta, no hay esapcio para ofensas, no cabe tomarse las cosas personalmente, porque no hay expectativas, hay solo amor, respeto y aceptación***.

Así que este es mi trabajo ahora: recordarme, una y otra vez, que nada es personal. Recordarlo hasta que se vuelva tan automático como antes era el reaccionar. Y, al final, saber que el amor solo puede crecer en la medida en que soltamos, aceptamos y dejamos de esperar que el otro sea alguien distinto.


Gracias por leer hasta aquí. Ojalá este viaje de reflexión te inspire a soltar lo que no te sirve y a abrazar lo que te da paz. Nos vemos en el siguiente artículo.

 

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*** Siento la necesidad de aclarar que obviamente la aceptación del otro termina en el momento en que cruzan la línea del respeto, hay que tener siempre los límites muy claros.

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