Navegar en una relación donde las creencias divergen, especialmente aquellas que forman el núcleo de nuestras pasiones y profesiones, puede ser una experiencia compleja y emocionalmente cargada. Como alguien profundamente inmersa en la comprensión de la Ley de Atracción y la Ley de Resonancia, encuentro estos principios no solo como un sistema de creencias, sino como la base de mi realidad. No son solo mi luz guía, sino también una parte integral de mi trabajo, mi esencia.
Cada vez que aprendo algo nuevo, cada vez que mis experiencias refuerzan estas verdades, haciéndome más fuerte en mi fe, surge un deseo inherente de compartir estas revelaciones con la persona más cercana a mí. Es una celebración del crecimiento, una afirmación de mi viaje. Pero, ¿qué pasa si este compartir se encuentra con escepticismo o simplemente con falta de creencia? Es aquí donde el viaje toma un giro interesante.
Para mí, esto ha sido un baile complicado. La alegría del descubrimiento, el anhelo de compartir y la consiguiente decepción cuando estos sentimientos no son correspondidos: es un ciclo que muchos de nosotros en la comunidad de seres ‘despiertos’ podríamos encontrar familiar. Anhelamos compartir nuestros triunfos espirituales con nuestros seres queridos, para que entiendan y abracen estas verdades que dan forma tan profunda a nuestras vidas. Sin embargo, cuando no lo hacen, se siente como una conexión perdida, una celebración amortiguada.
Sin embargo, en este desafío yace una profunda lección: el arte de la aceptación. Aceptar que cada alma está en su propio viaje único, que nuestros caminos, aunque se intersecten, no siempre se alinearán en creencia. Esta realización no disminuye el amor o el vínculo; más bien, nos invita a abrazar la diversidad en pensamiento y espíritu.
Al reconocer esto, he encontrado paz y una nueva forma de relacionarme. Sí, mi pareja puede no compartir mis creencias, pero eso no agota la riqueza de temas, experiencias y sueños que sí compartimos. Se trata de centrarse en la multitud de cosas que nos unen, las alegrías y desafíos de la vida que navegamos como compañeros.
Y para los momentos en los que anhelo profundizar en discusiones sobre mi camino espiritual, recurro a mi comunidad de almas afines. Aquí, encuentro un espacio para el entendimiento compartido, para la celebración de nuestro viaje espiritual. Es un equilibrio: honrar mi camino, respetar el suyo y apreciar la multitud de otras conexiones que hacen que nuestra relación sea rica y satisfactoria.
A mis compañeros buscadores que puedan estar navegando por este terreno, sepan que es posible coexistir en amor y respeto, a pesar de las diferencias de creencias. Nuestra fortaleza radica en nuestra capacidad de abrazar la diversidad, de amar sin condiciones y de encontrar unidad en el vasto tapiz de la experiencia humana.
Al final, no se trata de acuerdo sino de entendimiento, no de cambiar perspectivas sino de enriquecer las nuestras. Es un baile de amor, respeto y aceptación, uno que todos somos capaces de dominar en nuestras hermosas y diversas travesías.
En este viaje de aceptación y comprensión, estoy haciendo un compromiso personal. Un compromiso de cesar el esfuerzo de convencer a mi pareja, o a cualquier otra persona que no comparta mis creencias, de las verdades que tengo por ciertas. Es una promesa a mí misma de cultivar nuestra relación en base a la rica gama de terreno común, apreciando los aspectos de la vida que ambos amamos y valoramos. Esto no significa que ocultaré o disminuiré mis creencias, sino más bien que las celebraré en espacios donde sean eco y entendidas, mientras abrazo la diversidad de pensamiento y experiencia en mis relaciones personales.
Así que, al despedirme por ahora, queridos lectores, llevemos este espíritu de aceptación y unidad en nuestras propias vidas. Mientras tanto, espero que todos encontremos alegría en nuestros viajes compartidos.
De acuerdo! Gracias Margarita por tu valioso comentario!
Asentir (aceptación suena a resignación, asentir es, para mí, más fuerte) a las cosas tal como son y respetar el destino del otro, así se trate de un ser amado...un gran reto