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Irracionalmente Feliz:El arte de evocar alegría incluso cuando las circunstancias no la justifican



Hace poco escuché este término y me encantó porque refleja exactamente la situación que estoy viviendo en este momento de mi vida.

 

Si leíste mi artículo pasado, recordarás que hablé de 3 enseñanzas para la expansión de consciencia y una de ellas era estar en un estado de alegría la mayor parte del tiempo.

 

Sin embargo, en un mundo como el que vivimos eso no se da orgánicamente, ya que una de las principales creencias colectivas es que la felicidad, la alegría, vienen tras haber conseguido algo, haber logrado algo, escalado algún peldaño, haber palomeado algo de nuestra lista.

 

Se nos programa desde niños, a la gran mayoría de los seres humanos, que para ser felices hay que alcanzar ciertas metas, tener ciertas cosas, haber vivido ciertas experiencias y hay que vernos de una cierta manera.

 

Estudiar una “buena” carrera, tener un “buen” trabajo, un “buen” sueldo, un “buen” cuerpo, casarse “bien”, tener hijos, formar una familia “bien”. Y después subir más en ese “buen” trabajo, tener “mejor” sueldo, un “buen” coche, vivir en una “buena” colonia, meter a los hijos a una “buena” escuela, que saquen “buenas” calificaciones, para entrar a una “buena” universidad, y así se repite el ciclo generación tras generación.

 

Hasta que alguien se da cuenta que a pesar de eso, no es feliz o que es feliz sin eso. Alguien cuestiona las creencias colectivas y decide forjar sus propias creencias y su propio camino. Ese alguien fui yo.

 

Empecé en el camino de una “buena” carrera, seguí con un “buen” trabajo, tenía un “buen” sueldo, estaba subiendo y en camino a estudiar una maestría en el extranjero, y a pesar de esto, no era feliz. No me estaba casando al mismo tiempo que mis amigas, no estaba teniendo hijos al mismo tiempo que mis amigas, no estaba en camino ni cerca a crear esa familia “bien” y a pesar de eso, sí era feliz.

Así que empecé a cuestionar si ese mapa previamente trazado y seguido por generaciones era el correcto y descubrí que al menos para mí, no. Y en mi propio camino me he topado con gente buena y no tan buena, con altos y bajos, con retos y con bendiciones y en durante todo el proceso he aprendido cosas que nunca se me cruzaron por la mente, he transformado mi vida, he crecido en saltos cuánticos y sobre todo, he alcanzado momentos (cada vez más y más y más) de felicidad plena.

 La ley de la atracción dice que lo similar atrae lo similar y sabemos que todo es energía, incluyéndonos, e incluyendo nuestras metas y nuestros sueños. Nuestra vibración se determina por la frecuencia de nuestros pensamientos y emociones y si nuestra frecuencia no es similar a la frecuencia de nuestros sueños, por ley, no atraeremos eso a nuestra vida.

 

La clave está entonces en elevar constantemente nuestra vibración, en generarnos momentos de alegría a través de nuestros pensamientos y emociones, para poder entonces vibrar a la misma frecuencia que nuestros sueños y manifestarlos.

 

Ahí es cuando queremos ser irracionalmente felices, cuando a pesar de no tener la evidencia que justifica la felicidad, sabemos que toda esa evidencia viene en camino porque estamos en el punto de atracción correcto.

 

Nos lo enseñaron al revés y nos complicaron de más la vida, con esa programación colectiva, fuimos robados de la libertad de decidir, de elegir ser felices ANTES de tener las “evidencias” para serlo.

La buena noticia es que cada uno podemos decidir reprogramarnos y podemos decidir elegir ser felices ahora, ser irracionalmente felices.    

 Hasta la próxima, manténte feliz 😎

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